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El problema surge inmediatamente al preguntarnos en qué sentido ha de
de imaginación, ya de deseo, puesto que un animal que ni desea algo ni huye
hablarse de partes del alma y cuántas son. Y es que en cierto modo parece
de algo, no se mueve a no ser violentamente. Amén de que, en tal caso, las
que son innumerables y que no pueden reducirse a las que algunos enumeran
plantas serían también capaces de movimiento local y poseerían algún
en sus clasificaciones  las partes ra- 25 cional, pulsional y apetitiva o bien,
órgano para tal movimiento.
según otros, las partes racional e irracional114 . En efecto, atendiendo a los
criterios con que establecen estas divisiones aparecen también otras partes
Por análogas razones hay que excluir también que sea la potencia sensitiva.
dotadas de una diferenciación mayor que éstas de que acabamos de hablar
Muchos son, efectivamente, los animales que poseen sensación y, sin
ahora: así, la parte nutritiva que se da por igual en las plan-30 tas y en todos
embargo, per- 20 manecen fijos e inmóviles a lo largo de toda su vida. Ahora
los animales y la parte sensitiva a la que no resultaría fácil caracterizar ni
bien, si la Naturaleza no hace nada en vano ni prescinde de nada necesario 
como racional ni como irracional. Está, además, la parte imaginativa 432b que
excepto en los animales imperfectos e incompletos; pero los animales a que
si bien se distingue en su esencia de todas las demás, sería muy difícil
me refiero son completos y perfectos y prueba de ello es que se reproducen,
precisar con cuál de ellas se identifica o no, suponiendo que las partes del
maduran y envejecen debe- 25 rían poseer también los órganos
alma se den separadas. Añádase a éstas la parte desiderativa, que parece
correspondientes a la locomoción.
distinguirse de todas tanto por su definición como por su potencia; sin
embargo, sería absurdo 5 separarla: en efecto, la volición se origina en la parte
El principio motor, en fin, no es tampoco la facultad intelectiva, el
denominado intelecto. En efecto, el intelecto teórico no tiene por objeto de
contemplación nada que haya de ser llevado a la práctica ni hace formulación
otros se alude más bien a los conceptos menos abstractos y, por consiguiente, más
alguna acerca de lo que se ha de buscar o rehuir, mientras que, por el
próximos a las imágenes sensibles.
contrario, el movimiento se da siempre que se busca algo o se huye de algo.
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91 Alusión a la psicología platónica. Respecto de la primera clasificación, véase
Pero es que ni siquiera cuando contempla algún objeto de este tipo ordena la
República IV 435-41. Respecto de la segunda, platónica también, puede verse la Ética a
Nicómaco, I 13, 1102a26 sigs., pasaje en que Aristóteles se sirve de ella dando a entender
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que es de dominio común y, eso sí, sin comprometerse en absoluto con su valor. Véanse los tratados correspondientes Acerca de la respiración y Acerca del sueño.
P s i K o l i b r o P s i K o l i b r o
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búsqueda o la huida: por ejemplo, mu- 30 chas veces piensa en algo terrible o
placentero y, sin embargo, no ordena movimiento alguno de temor  es el CAPITULO DÉCIMO
corazón el que se agita o bien alguna otra parte del 433a cuerpo si se trata de
algo placentero . Más aún, incluso cuando el intelecto manda y el Que continúa con el mismo tema de la facultad motriz
analizándose en él la facultad desiderativa y el
pensamiento ordena que se huya de algo o se busque, no por eso se produce
bien práctico como motor de la misma
el movimiento correspondiente, sino que a veces se actúa siguiendo la pauta
del apetito, como ocurre, por ejemplo, con los que carecen de autocontrol.
En cualquier caso, éstos son los dos principios que aparecen como causantes
Además y de manera general, vemos que el que posee la ciencia médica no
del movimiento: el deseo116 10 y el intelecto  con tal de que en este caso se
por eso la ejercita: como que el 5 principio que ordena obrar conforme a la
considere a la imaginación como un tipo de intelección; en efecto, a menudo
ciencia es distinto de la ciencia misma. El deseo tampoco basta, por último,
los hombres se dejan llevar de sus imaginaciones contraviniendo a la ciencia
para explicar tal movimiento: prueba de ello es que los que tienen control de
y, por otra parte, la mayoría de los animales no tienen ni intelecto ni
sí mismos no realizan aquellas conductas que desean, por más que las deseen
capacidad de cálculo racional, sino sólo imaginación . Así pues, uno y otro
y apetezcan, sino que se dejan guiar por el intelecto.
 es decir, intelecto y deseo son principio del movimiento local; pero se
trata en este caso del intelecto práctico, es decir, aquel 15 que razona con
vistas a un fin: es en su finalidad en lo que se diferencia del teórico. Todo
deseo tiene también un fin y el objeto deseado constituye en sí mismo el
principio del intelecto práctico, mientras que la conclusión del razonamiento
constituye el principio de la conducta. Con razón, por consiguiente, aparecen
como causantes del movimiento los dos, el deseo y el pensamiento práctico:
efectivamente, el objeto deseable mueve y también mueve el pensamiento
precisamente 20 porque su principio es el objeto deseable. Y, del mismo
modo, la imaginación cuando mueve, no mueve sin deseo.
El principio motor es, por tanto, único: el objeto deseable. Y es que si los
principios que mueven son dos, intelecto y deseo, será que mueven en virtud
de una forma común. Ahora bien, la observación muestra que el intelecto no
mueve sin deseo: la volición es, desde luego, un tipo de deseo y cuando uno
se mueve en virtud del razonamiento es que se mueve en virtud de una [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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